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Mujeres de Zona de Sacrificio en Resistencia

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El Deseo por una Zona de Recuperación (Puchuncaví –Quintero)

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Describir 53 años de degradación de nuestra calidad de vida, no es fácil… duele el cuerpo, el corazón y alma,  es medio siglo de contaminación del aire, tierra y mar,  aumento de la pobreza, violencia, pérdida de salud y vulneración de Derechos Humanos,  enorme listado que nos dio la triste denominación de “Zona de Sacrificio”. De ahí nuestro nombre: “Mujeres de Zona de Sacrificio Quintero- Puchuncaví en Resistencia” grupo femenino multidisciplinario que nació para luchar por nuestros Derechos Humanos, Salud  y medioambiente.

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La Bahía de Quintero es el ejemplo vergonzoso de lo que el modelo Capitalista con su sistema Neoliberal, impuesto en dictadura desde la Constitución, hace a su gente.  Aquí podemos palpar lo que  Juan Pablo Orrego, chileno Presidente de Ecosistemas y Magíster en Ecología de la Universidad de York, describe como  “los materialmente no-ricos hemos actuado al menos por ‘omisión’, por inacción, por docilidad, miedo, y también por ignorancia y ‘lavado de cerebro’, y hemos permitido así que los materialmente ricos degraden el mundo” es cierto, por años lo permitimos pero eso hoy es diferente; en lo que respecta a generaciones anteriores  tal vez  su ignorancia en cuanto a los efectos de una equivocada visión de “desarrollo” con la instalación de Enami (Empresa Nacional de Minería)  y Chilgener  primeras industrias  que comenzaron a dar paso a esta devastación en 1964 con Jorge Alessandri como Presidente, tal vez pensaron que en esa hermosa bahía abundante en flora y fauna marina, aguas turquesas, campos dunares de arenas blancas, sus tierras con vergeles agrícolas maravillosos, histórico lugar de descanso de aristócratas acaudalados como Lord Cochrane, Benjamín Vicuña Mackenna, Luis Cousiño,  escritores como Francisco Colohane, militares de altos rangos como Alberto Bachellet, políticos como Enrique Kirberg.  En los 70’ este hermoso balneario recibía  en  tiempos de plena juventud a  Ricardo Lagos y Michelle Bachellet…  quién habría pensado que serían los cómplices   actuales de esta inmensa degradación.

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Esta Zona de Sacrificio posee tantas aristas como podamos imaginar y lamentablemente  observar; por ejemplo  superamos la media nacional de cáncer producto de la exposición crónica a metales pesados como Dióxido de Azufre, Arsénico y Plomo cuyas nubes tóxicas (siendo la más alta el año 2015 de 6000 ug/m3) superan con creces nuestra Ley, la que por su puesto resguarda los intereses económicos del parque industrial y sólo garantiza a las personas el acceso a la salud como consumidores  no como nuestro derecho, causando enfermedades como Cáncer gástrico, al pulmón, riñones, útero,  inflamación crónica de las vías respiratorias etc., el año 2014 el  Dr. Andrei Tchernitchin Presidente del Departamento de Toxicología Clínica de la Universidad de Chile,  en uno de sus estudios del 2009 describe el daño al que estamos expuestas las mujeres, que como los hombres, estamos naturalizadas a los síntomas de contaminación y escalada de abusos, somos dramáticamente omitidas, invisibilizadas, nuestra realidad tampoco es un tema relevante en la red de mujeres por la no violencia,  las embarazadas que habitan zonas contaminadas  sufren  “La exposición prenatal al plomo,  que modifica las respuestas estrogénicas a la administración de la hormona estradiol la que potencia el crecimiento del epitelio luminal uterino y el aumento del ácido ribonucleico presente en las células. En la especie humana el plomo prenatal produce deficiencia del aprendizaje, de la memoria, cambios en la conducta asociados a la hiperactividad, comportamientos agresivos, conductas antisociales y está relacionado con el aumento de diversos delitos como: asesinatos, violaciones etc. Favorece la adicción a las drogas, al abuso de opiáceas y estimulantes en quienes han iniciado el consumo de drogas”.

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Así  Quintero y Puchuncaví, declarados zona saturada desde 1993 actualmente poseen 19 industrias contaminantes y molestas, entre ellas las estatales Refinería de cobre Codelco y Enap, 6 termoeléctricas (4 a carbón petcoke altamente cancerígeno)  de Aes Gener y Endesa, Gasmar, Catamutun energía,  Oxiquim, GNL, Cemento Melón, 3 muelles para carga y descarga de hidrocarburos y sustancias tóxicas que superan al año los 68 millones de litros en una bahía que carece de fiscalización y tecnología adecuada, actualmente existen 6 conseciones marítimas aprobadas sin ejecutar como: Muelle Oxiquim y San José;    son un triste ejemplo del extractivismo y  depredación en una bahía que no resiste más.

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En los últimos 3 años ha sufrido derrames de hidrocarburos que terminaron por matar el mar sumando a ellos la enorme carga diaria de Riles proveniente de las industrias lo que causa que tanto moluscos como equinodermos posean 23% más de arsénico en sus organismos siendo imposible su consumo, lo que debería ser razón suficiente para cerrar la Bahía pero esto, a pesar de solicitarlo a las autoridades, aún no sucede.

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Tomando las tristes palabras de  Juan Pablo Orrego este sistema  “depreda cultura, espiritualidad, conciencia, tejido social, dignidad, calidad de vida en su expresión más amplia… y depreda naturaleza, océanos, bosques, ríos, ecosistemas, especies, biodiversidad… depreda clima… depreda la estabilidad y el estado de organización de la biosfera. Pura entropía. Ambas degradaciones se retroalimentan,  no puede existir armonía social habitando ecosistemas degradados y no puede haber armonía ecológica en torno a sociedades degradadas, envilecidas.

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Si para curarnos necesitamos  desarrollar nuestra inteligencia la que es inseparable de la afectividad, me pregunto cómo hemos permitido, sabiendo los efectos en nuestra salud, existir con estos niveles de degradación de este sistema viviente en el que habitamos del que nos hemos despojado a nosotras mismas de lo afectivo y por ende del afecto a la naturaleza y a todas las redes posibles que conformamos. Es imposible continuar educando desconociendo los problemas de la humanidad desde lo local a lo global sin considerar lo multidimensional como la sensibilidad que requiere el conocimiento pertinente así como la hermosa identificación con la tierra.

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Continuar describiéndonos como “zona de sacrificio” es una triste etiqueta que, desde el lenguaje, posibilita más de lo mismo, impidiendo cambiar. En este pedacito de tierra queremos ser Zona de recuperación!!  Queremos colaborar en hacer posible toda expresión creativa que aperture espacios de curación, utilizando todo aquello que nos permita reintegrarnos.

 

Mujeres de Zona de Sacrificio          

Quintero- Puchuncaví en Resistencia          

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